El Eternauta puede ser visto como Libertario?? Dejate de joder….

La apropiación de El Eternauta por parte de sectores libertarios sería una interpretación bastante alejada del espíritu original de la obra. La historieta, escrita por Héctor Germán Oesterheld y publicada entre 1957 y 1959, no solo es una pieza clave de la ciencia ficción argentina, sino también una obra profundamente política que, con el tiempo, se convirtió en un símbolo de resistencia contra el autoritarismo.

El Contexto Histórico de El Eternauta

Cuando Oesterheld escribió El Eternauta, Argentina atravesaba una etapa de inestabilidad política. En 1955, el gobierno de Juan Domingo Perón fue derrocado por la autodenominada Revolución Libertadora, un golpe militar que instauró un régimen de facto. Durante este período, se persiguió a militantes peronistas, se censuraron medios y se impuso una política de represión contra sectores populares.

Si bien la historieta no menciona explícitamente a los militares, su narrativa está impregnada de una crítica al autoritarismo y a la idea de que la salvación proviene de estructuras de poder centralizadas. En la historia, los invasores extraterrestres controlan a los humanos mediante el uso de “cascarudos” y “manos”, figuras que representan la opresión y la pérdida de autonomía. La resistencia no viene de un ejército organizado, sino de ciudadanos comunes que se unen para enfrentar la amenaza, lo que refuerza la idea de que la verdadera fuerza radica en la solidaridad y la acción colectiva.

La Relación de Oesterheld con la Dictadura Militar

Años después, Oesterheld profundizó aún más su compromiso político. En 1976, con la llegada de la última dictadura militar en Argentina, el autor fue secuestrado y desaparecido por el régimen. Su militancia en Montoneros y su visión crítica del poder lo convirtieron en un blanco de persecución. Sus cuatro hijas también fueron secuestradas y asesinadas por la dictadura.

En El Eternauta II, publicado en 1976, Oesterheld transformó la historia en una alegoría aún más explícita sobre la lucha contra el autoritarismo. En esta versión, Juan Salvo ya no es solo un sobreviviente, sino un combatiente que se enfrenta a un enemigo que recuerda a las fuerzas represivas del gobierno militar.

¿Puede El Eternauta Ser Interpretado Desde una Óptica Libertaria?

Si bien cualquier obra puede ser reinterpretada desde distintos enfoques, la idea de que El Eternauta exalta el rol de los militares como salvadores es difícil de sostener. La historia enfatiza la resistencia popular y la lucha colectiva, valores que contrastan con la visión individualista del liberalismo libertario. Además, el propio Oesterheld sufrió la violencia del Estado militar, lo que refuerza la idea de que su obra es una denuncia contra el autoritarismo y la represión.

En conclusión, El Eternauta es una obra que, desde su origen, ha estado vinculada a la resistencia contra el poder opresivo. Su mensaje sigue vigente en la actualidad, recordándonos que la verdadera salvación no viene de estructuras autoritarias, sino de la unión y la lucha del pueblo.

El Eternauta, serie en Netflix.

Fidelidad Versus Actualización

La adaptación mantiene la esencia que hizo de El Eternauta un referente inmortal de la ciencia ficción y del compromiso social. La clásica nevada mortal, que en la historieta era el preludio de una invasión alienígena, se transforma en una metáfora de la invasión de fuerzas que buscan desmantelar la solidaridad y el tejido social. Sin embargo, lejos de ser una mera copia textual, la serie toma libertades estilísticas y narrativas: reformula ciertos giros argumentales, incorpora nuevos personajes y modifica la cronología para contextualizar la tragedia en un Buenos Aires moderno. Esta actualización permite relacionar el terror de la calamidad con las condiciones sociales actuales, haciendo un paralelismo con la desmemoria y el desamparo que padecen muchos sectores frente a políticas ultraliberales.

Desde mi perspectiva –y hablando como militante peronista–, esta licencia narrativa es fundamental. El comic original fue el grito de resistencia ante poderes autoritarios y la opresión, y el reencuentro de sus imágenes en la pantalla se vuelve un recordatorio de la importancia de la solidaridad y la acción colectiva. El hecho de que se rehúse a presentar una narrativa individualista, privilegiando una épica coral en la que cada personaje, desde el impasible Juan Salvo hasta los secundarios que encarnan la dureza de la vida cotidiana, se convierta en una metáfora del trabajador y de la comunidad que se rehúsa a desmembrarse, lo hace pertinente en una Argentina que clama por unidad frente a apuestas neoliberalistas.

Los Personajes como Vectores de Lucha

Juan Salvo no es ya simplemente el aventurero solitario, sino un hombre común que, a pesar de sus imperfecciones, se une a un colectivo de resistencia. Cada integrante del grupo se torna en un símbolo de la Argentina popular, de esa clase obrera y de esa amplia ciudadanía que históricamente ha levantado la voz frente a la injusticia. La reinterpretación que realiza la serie sobre el rol de los personajes –algunas figuras femeninas cobran un protagonismo renovado y complejo– es, en definitiva, un homenaje a la lucha colectiva y a la idea peronista de “nadie se salva solo”.

La ambientación es tan cuidadosamente construida que se siente la claustrofobia y la desolación de un Buenos Aires aplastado por la adversidad, pero también la esperanza que solo la unión del pueblo puede ofrecer. Esa tensión paralela entre la devastación y el anhelo de reconstrucción es lo que confiere a la serie su fuerza simbólica y su impacto emocional. La adaptación, a pesar de ciertos recortes y adiciones que algunos puristas podrían calificar de “no fieles”, logra, en esencia, encarnar el espíritu del universalismo del relato original y su vínculo inquebrantable con la historia y la memoria popular.

El Paralelo con la Actualidad Argentina

Desde una óptica peronista, la serie adquiere una dimensión política de gran relevancia. Vivimos en tiempos en los que el gobierno de Javier Milei se ha caracterizado, según críticos y muchos sectores del pensamiento popular, por atacar el tejido social y desmantelar la estructura del Estado de Bienestar. La narrativa de El Eternauta se erige, en este sentido, como una crítica velada –o a veces directa– a las políticas que promueven el individualismo exacerbado y el abandono de la solidaridad. La calidez y el compromiso colectivo que se palpitan en la obra nos ofrecen una contraposición necesaria frente a un modelo político que, desde la mirada peronista, resulta destructivo para las tradiciones de unidad del pueblo.

El escenario apocalíptico de la serie se transforma, entonces, en un espejo donde se reflejan las grietas de una sociedad en la que la “nevada mortal” simboliza la llegada de políticas deshumanizadoras y el avance de intereses que buscan dividir y debilitar la resistencia popular. En este contexto, la figura de Juan Salvo y sus acompañantes es la encarnación de todo aquello que el peronismo defiende: el trabajo colectivo, la justicia social y la profunda creencia en que, unidos, somos capaces de enfrentar cualquier amenaza –sea extraterrestre o ideológica.

Conclusión: Hacia una Sociedad Mejor

El Eternauta no es solo el relato de una catástrofe inminente; es el manifiesto de una lucha atemporal por la dignidad y la solidaridad humana. La serie de Netflix, si bien se aleja en ciertos aspectos de la literalidad del material original, consigue transformar este relato en un llamado urgente a la acción. Frente a la deshumanización que promueven algunos modelos de gobierno y en un contexto político que actualiza el escenario de la invasión a través de políticas ultraliberales, la obra nos recuerda que la verdadera salvación reside en la unión del pueblo.

Como militante peronista, veo en El Eternauta una herramienta poderosa de reflexión y reeducación social. Su mensaje, impregnado de resistencia y unidad, invita a reconstruir un proyecto colectivo que ponga al ser humano y su dignidad en el centro de la sociedad. Es, a la vez, un llamado a no repetir las traiciones del pasado y a defender, sin concesiones, el derecho a una vida mejor, en la que la solidaridad se erija como el antídoto frente a las arbitrariedades y divisiones que amenazan nuestro destino.

Esta obra, por tanto, tiene el potencial de encender en el pueblo una llama de esperanza y conciencia, sirviendo de inspiración para forjar una Argentina en la que la verdadera revolución no sea la del individualismo, sino la del compromiso colectivo y la construcción de un futuro má#Netflix

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El Día del Trabajo: Una mirada peronista y su impacto en la Argentina

Un diseño gráfico minimalista y contundente que simbolice el Día del Trabajo para captar de inmediato la atención. La imagen se compone de un puño en alto, estilizado de manera moderna, simbolizando fuerza y resistencia; este elemento se funde con un fondo que incorpora sutilmente los colores de la bandera argentina (celeste y blanco). La tipografía, limpia y de línea recta, incorpora la leyenda “Día del Trabajo”, evocando un mensaje de compromiso, unidad y esperanza en medio de los constantes cambios políticos. Esta miniatura busca comunicar de forma directa y simbólica la esencia de la lucha obrera.

El 1° de mayo, Día Internacional del Trabajo, es una fecha profundamente significativa para el movimiento peronista. Desde sus orígenes, el peronismo ha colocado a los trabajadores en el centro de su proyecto político, reconociéndolos como la columna vertebral de la nación. Este día no solo conmemora las luchas históricas de la clase obrera, sino que también celebra los logros alcanzados bajo el liderazgo de Juan Domingo Perón y Eva Perón, quienes transformaron la relación entre el Estado y los trabajadores en Argentina.

Históricamente, el peronismo consolidó derechos laborales fundamentales: la jornada de ocho horas, vacaciones pagas, aguinaldo y la creación de sindicatos fuertes. Estas conquistas no solo mejoraron la calidad de vida de millones de argentinos, sino que también cimentaron una identidad nacional basada en la justicia social y la dignidad del trabajo. El Día del Trabajo, desde esta perspectiva, es un recordatorio de que el progreso de una nación está intrínsecamente ligado al bienestar de sus trabajadores.

Sin embargo, desde una postura libertaria capitalista, el Día del Trabajo puede ser visto con escepticismo. Para los defensores de esta ideología, la intervención estatal en las relaciones laborales y la regulación de los mercados son obstáculos para la libertad individual y el crecimiento económico. Desde esta óptica, el 1° de mayo podría interpretarse como una celebración de políticas que, aunque bien intencionadas, limitan la competencia y la innovación al priorizar los derechos colectivos sobre los individuales.

En definitiva, el Día del Trabajo es un espejo de las tensiones ideológicas que han moldeado a la Argentina. Para el peronismo, es un día de orgullo y reivindicación; para el libertarismo capitalista, una oportunidad para cuestionar el rol del Estado en la economía. Lo que es innegable es que esta fecha sigue siendo un espacio de reflexión sobre el pasado, presente y futuro de los trabajadores en nuestro país.

Una ilustración vibrante que capture el alma de una fábrica argentina en pleno movimiento. En ella, se muestra a trabajadores obreros, rostros marcados por la experiencia y la determinación, laborando en un ambiente industrial que conjuga maquinaria moderna con toques nostálgicos. Elementos visuales como pancartas con consignas históricas y símbolos peronistas se funden en el escenario, representando la unión y la lucha de una clase obrera que ha forjado derechos a base de esfuerzo y sacrificio. La paleta de colores cálidos y contrastados resalta el espíritu resiliente y la constante reinvención que caracteriza a los trabajadores de Argentina.

El Día del Trabajo representa mucho más que una simple fecha en el calendario; es el reflejo de una lucha diaria que se ha gestado a lo largo del tiempo, en medio de un paisaje político en constante transformación. Para quienes trabajamos en las fábricas, este día es un recordatorio de los sacrificios y la resistencia colectiva de generaciones que, a pesar de las difíciles condiciones y las promesas rotas, supimos construir los derechos que hoy disfrutamos.

Cada jornada laboral es una batalla contra la inestabilidad y la volatilidad de un país que cambia de cara con cada administración. La memoria de las conquistas –la jornada de ocho horas, condiciones laborales dignas, seguridad en el empleo– se entrelaza con la incertidumbre de un futuro que requiere de la constante renovación de nuestra lucha. En nuestras manos está el legado de aquellos que, con coraje y determinación, exigieron justicia social, y cada día asumimos la responsabilidad de no dejar que esa memoria se desvanezca.

Así, el 1 de mayo se convierte en un símbolo de unidad y compromiso. Es el grito silencioso de quienes trabajamos en las líneas de producción y sentimos que, a pesar de los vaivenes políticos, cada esfuerzo contribuye a mantener la dignidad y la identidad de la clase obrera en nuestra querida Argentina. Este día nos invita a mirar hacia atrás con orgullo, pero también a proyectar el futuro con la convicción de que cada paso, cada jornada laborada, es una afirmación de la perseverancia y la esperanza de un país que, a través del trabajo, se construye a sí mismo.

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*Imagenes generadas por Copilot IA